domingo, 11 de marzo de 2012

PATTI SMITH Y EL RECUERDO DE "TRAMPIN'"

En 2004, plena época de eclosión de la derecha más recalcitrante que siguió a la invasión de Irak y el apogeo del gobierno de George W. Bush, Patti Smith sacó uno de sus discos más quemantes, un testimonio de su excepcional coraje artístico y su compromiso humanista. En aquellos días me tocó hacer el comentario del álbum para revista La Mano. Es lo que sigue...

Patti Smith. Foto: Frank Stefanko
 
LA ARTISTA PIONERA DEL PUNK NEOYORQUINO PATEA EL TABLERO DEL CONFORMISMO CON UN ALBUM COLOSAL

                                   por Alfredo Rosso

“Nuestro terreno se extiende, desde el corazón de Norteamérica hasta las calles de Baghdad.
Nuestras botas están muy usadas y la mochila que llevamos sobre los hombres
está llena de lágrimas y de grano.
Nos desabrochamos los sacos,
pues la primavera se avecina y el aire está preñado de promesa.
Vamos a esparcir el oro sobre los campos
ya que es primavera, una buena época para vagabundear”.

            Cuando explotó en los 50, el rock dijo “no más”.  Basta de niños crecidos o adultos en miniatura que repetían el molde de papá y mamá en escala.  Basta de slogans de políticos mercenarios.  Elvis movió la pelvis y el mundo hizo plop.  Después Lennon, Dylan y Jagger le dieron su joie de vivre, sus manifiestos y su libido.  Más tarde, Johnny Rotten volvió a cero el contador de bilis para diluir la grasa acumulada; la de la panza y la de las capitales.  Hoy da la impresión que el mundo es ancho y ajeno.  Nadie se atrevería a afirmar, como alguna vez lo hiciera Jim Morrison “ellos tienen los cañones, pero nosotros somos mayoría, cinco a uno...”  Es más ¿quiénes son ellos?, podría preguntar algún lector.
            Patti Smith tiene claro quienes son ellos.  Los nuevos Señores de la Guerra, que cambian petróleo por sangre. Los mismos que se valieron del atentado a las Torres Gemelas para dictar un “acta patriótica” que elimina las garantías constitucionales y criminaliza el disenso en su propia tierra.  “Trampin’ “ significa “vagabundeando” y en este álbum políticamente incorrecto Patti Smith sale a vagar por el país como el folklorista Woody Guthrie, cuando llevaba al ristre una guitarra acústica con la leyenda “esta máquina mata fascistas” e iba de pueblo en pueblo buscando los otros estados unidos, recordándole al hombre común que esa tierra también era su tierra.  Así comienza el disco, con el marchoso folk-blues “Jubilee”, rememorando una instancia bíblica, una fiesta Pentecostal en la que los esclavos eran liberados. De la misma manera el tema resuena con una melodía fresca y una incitación a reclamar el goce liberador del baile colectivo: “Oh, mi tierra / oh, mi bien / gentes no sientan vergüenza / tejamos el nacimiento de la armonía / con los gritos alegres de los niños / manos con manos / bailemos juntos en una ronda de libertad”.
            “Trampin’” resulta intoxicante porque hemos perdido la fe en el poder y la resonancia de las palabras.  Insensibilizados por pantallas catódicas con su pregón de panaceas químicas sin receta y grotescos agrandamientos peneanos, nos cuesta abarcar el desafío implícito en una letra como la del rocker “Stride of the mind”.  Nos desafía a dar
un paso largo con la mente ¡nada menos!, a mudarnos “adonde los sueños crecen / adonde cada persona es una obra de arte / si querés ser considerado / como alguien diferente / si lo deseas de veras / ¡dale de frente!”
            La banda de Patti, la de siempre, la del guitarrista y memorioso periodista de rock Lenny Kaye, el otro guitarrista, Oliver Ray, el baterista Jay Dee Daugherty y el bajista Tony Shanahan siempre se me antojó un grupo competente y ajustado, pero anónimo.  Me costó entender que ésa era precisamente la idea.  Sumar, subrayar, ilustrar, a veces sugerir, otras ampliar.  Sostener el fluir de las estrofas de Patti, hacerle el aguante eléctrico y acústico.  Ampliar el marco, como una calle que se extiende al caminante y tira frondas de árbol, trinos, autos, baches, viento.

Portada de "Trampin'" 
 
            “Trampin’”: contrastes musicales; metáforas siderales.  Temas que orbitan como pequeños planetas... “Jubilee”, la tarantinesca balada “Mother Rose”, “Stride of the mind”, el oscuro fulgor de “Cash”, la calma circular de “Peaceable kingdom.”  En sus cortezas descubro un novedoso sentido de la melodía; un concentrado punch en los riffs y estribillos.  Luego caigo en la fuerza gravitacional de dos mundos paralelos y enormes.  Los nueve minutos de “Ghandi” describen un sueño de Patti donde aparecen dos cruzados de la resistencia pacífica: el patriarca hindú y el ministro negro Martin Luther King.  La Smith no cede a la tentación de hacer una simple oda : la analogía entre sus luchas pacíficas y la necesidad de oponerse a las nuevas tiranías político-mediáticas está implícita en la resonancia de las palabras: jardín sagrado, sueños, lámparas que arden, flores que caen, la naturaleza que llora. Sólo al promediar el crescendo del tema y del relato aparece un clamor en la voz de Patti: “Larga vida a la revolución / y a la rueca / y a un puñado de sal... hombre de dar / únete otra vez a los vivos / despiértate de la red donde has estado durmiendo.../Ghandi Ghandi / despiértate hombrecito / despiértate de tu sueño / y véncelos con las  multitudes.”
            “Radio Baghdad”, el otro gran mundo incandescente de “Trampin’”, contempla la guerra desde el lado de las víctimas pero, más que odio o sed de venganza, la emoción que predomina es desazón y hasta pena por la ceguera del poderoso que arrasa todo a su paso, en su demencia hegemónica.  El lamento por el esplendor perdido de antaño es a la vez una advertencia al vencedor de hoy: todos los imperios, tarde o temprano, caen.  “Ustedes vinieron de occidente / aniquilaron a un pueblo/ pero somos más viejos que ustedes / ustedes quieren robar la cuna de la civilización.../ Nosotros inventamos el cero / el número perfecto / pero no significamos nada para ustedes / Ciudad de estrellas y saber / Ciudad de ideas y de luz / Ciudad de cenizas por la que caminó el gran Califa / sus pies descalzos formaron un círculo y erigieron una ciudad / la perfecta ciudad de Baghdad...”
             “My Blakean year” pasa con la gravedad de un relato Dylaniano tipo “All along the watchtower”.  Hay un conflicto, un misterio que altera la atmósfera, la calma previa a la tempestad.  Patti también conoce los secretos de la “letra preñada”, la que deja flotando una advertencia, una velada amenaza.  En este caso se trata de una esperanza de realización personal con un requisito previo: creer en tu visión, seguirla contra viento y marea, sufrir como sufrió William Blake por la suya: “Preparate para las críticas amargas /porque  ni vida sublime / ni laberinto de riquezas / se revelarán jamás /Las hebras que sostienen la mochila del peregrino / están cosidas en la espalda Blakeana / de modo que tirá tu estúpida capa / y abrazá todo lo que temés / porque la alegría ha de conquistar toda desesperanza / en mi año Blakeano.”  
            “Trampin’” tiene rincones recoletos como el valcesito “Cartwheels”, donde Patti celebra otro tipo de misterio, el de ver crecer a su hija Jesse.  Al espiar ese pasaje a tientas entre niñez y adolescencia, la cantante pondera las alegrías, sinsabores y descubrimientos que le esperan a la muchacha en el camino.  Estos resquicios hacia el ámbito familiar y privado (la balada “Peaceable kingdom” también integra esta liga) ofrecen el contraste justo con el material más extrovertido y militante de “Trampin’”.  Un balance inusual de belleza y potencia.
             “Trampin’” es un álbum de resistencia, pero no es un panfleto.  La  resistencia de Patti Smith pasa por el humanismo, no por la ideología.  Su llamado a la acción no es un llamado a embanderarse, sino a recuperar la dignidad en la vida de todos los días.  La sensación de proporción y de sentido que empezó a perderse cuando dejamos que la maquinaria de la multimedia esparciera sobre nosotros esa sensación de que todo da lo mismo, de que todo en última instancia es entretenimiento, vacuo, inconsecuente.  Si “Trampin’” lucha contra algo, es contra la homogeneidad de la sumisión.
           
           

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena nota, me encantó!! podrias poner algo sobre Dylan , que pronto esta llegando ?